La planeación en educación



En esta página pondremos en juego lo que pensamos acerca de la planeación como una tarea necesaria e importante en muchos ámbitos de la vida del ser humano, reflexionaremos acerca de su papel en la educación y, dentro de ella, en la práctica educativa y trataremos de señalar algunas de las causas que nos han llevado a otorgarle el papel que en la actualidad tiene, como una actividad de carácter administrativo en lugar del papel que sería deseable que tuviera, como una herramienta de trabajo que hace posible alcanzar ciertas metas en la educación de la población infantil.
a) La planeación como actividad humana
En una gran cantidad de las actividades que el ser humano realiza existe un proceso de planeación; ya sea para construir un puente, introducir servicios urbanos en una localidad, abastecer de alimentos a una comunidad, proveer de servicios de salud y educación a una población, entre otras, que en ocasiones suponen una gran complejidad por la cantidad de elementos que es preciso considerar para hacer realidad lo que se pretende.
La planeación también está presente en nuestra vida cotidiana, en cuestiones que parecerían sencillas en comparación con los ejemplos mencionados anteriormente. Se planea para llegar a una cita puntualmente, llevar a los niños a la escuela o preparar los alimentos de la familia. En estas situaciones, resulta aparentemente fácil planear, porque el objetivo a alcanzar es perfectamente claro y no hay lugar a dudas: llegar a una cita puntualmente significa estar en el lugar convenido a cierta hora para encontrarse con otra u otras personas; llevar a los niños a la escuela requerirá de un medio para trasladarse, un tiempo determinado y una ruta prevista, pero finalmente habrán de arribar al edificio escolar; preparar los alimentos de la familia supone pensar que todos tengan una cantidad suficiente de comida para cierta hora.
La planeación es un proceso reflexivo de anticipación, previsión y organización de las tareas y los medios necesarios para alcanzar una meta determinada. Es un proceso porque se requiere realizar una cierta cantidad de pasos en cierto orden, de manera sistemática y con la intención de que al realizarlos, se alcanzará la meta deseada. La actividad de planear es reflexiva, porque requiere de analizar las condiciones del contexto en que deben ocurrir ciertos acontecimientos para avanzar en dirección de la meta deseada, identificar las posibles limitaciones y las oportunidades existentes y tomar decisiones respecto de la mejor manera de proceder para alcanzar la meta. Planear implica anticipar, porque es necesario adelantarse a los acontecimientos y estar preparado para hacerles frente de manera eficaz. También, se necesita prever, es decir, suponer lo que ocurrirá en esos acontecimientos si tomamos una decisión u optamos por otra distinta. Planear implica organizar, porque una vez que hemos reunido lo que necesitamos para conseguir nuestro objetivo, es preciso ponerle un orden: qué deberá suceder primero, con qué, cuándo, cómo; y qué después.
En múltiples ocasiones, al planear, nos damos cuenta de que hace falta reunir ciertas condiciones materiales, temporales y espaciales. Por ejemplo, si se trata de preparar la comida, debemos revisar los ingredientes que tenemos y valorar si los aparatos y enseres de la cocina disponibles servirán para los platillos que queremos preparar; además tenemos que estimar el tiempo que nos llevará cocinar y calcular la hora en la que debemos empezar para que no se haga tarde o los alimentos estén demasiado pronto y se enfríen; también, tenemos que considerar el espacio que vamos a ocupar y calcular las cantidades de ingredientes y los recipientes que necesitamos, de acuerdo con el número de comensales. También, nos damos cuenta de que debemos imaginar cómo será el resultado; siguiendo con el ejemplo, es necesario tener en mente cómo deberán quedar la ensalada, la sopa y el guisado.
Entonces, al planear debemos tener presente todo lo que necesitaremos para llegar a la meta y esto requiere de experiencia, tanto en la tarea que se requiere planear, como en la manera de planearla; por ejemplo, seguramente a una cocinera con experiencia se le presentarán menos dificultades al planear, pues conoce de cantidades, de tiempos de cocción, de utensilios y técnicas específicas para limpiar, cortar, freír, sazonar, hornear, mezclar y batir los ingredientes; sabe qué ingredientes van mejor mezclados con otros, y cuáles es recomendable no mezclar; conoce una variedad de recetas que ha preparado con anterioridad y puede prever el resultado con mucha precisión. En cambio, una cocinera novata tendrá que cometer algunas equivocaciones antes de lograr exitosamente preparar los alimentos deseados.
Dice un refrán popular: “Hasta a la mejor cocinera se le va la liebre” y esto es perfectamente aplicable a lo que puede suceder tanto a la cocinera experta como a la novata al planear y preparar la comida, pues el proceso de planeación tampoco es un proceso de adivinación o magia que milagrosamente conduce al logro del objetivo deseado. Como un proceso previo a la acción, la planeación es necesariamente un conjunto de suposiciones o hipótesis que estarán a prueba en el momento de su ejecución; de ahí que aun con el mejor plan, exista un margen de incertidumbre, pues no es posible controlar todos los factores involucrados en la aplicación; por ejemplo, puede fallar la energía eléctrica, que no depende de la cocinera, o haberse agotado un ingrediente indispensable en el mercado, que tampoco ella puede controlar.
Así, la planeación es una actividad necesaria, si queremos que se presenten ciertos acontecimientos que nos lleven a lograr un objetivo determinado, tanto en nuestra vida personal, como en cualquiera de las actividades en que nos involucremos laboralmente.
b) La planeación como una actividad profesional
Existen trabajos en los que la planeación es realizada por unas personas y la ejecución es desarrollada por otras, como sucede en una fábrica, en donde los empleados en puestos directivos determinan los planes de la empresa con la colaboración de los que desempeñan puestos gerenciales, mientras que los empleados operativos, como los obreros de una línea de producción se dedican a una tarea específica dentro de todo el proceso de producción, como armar cajas de cartón para empacar o armar una parte del aparato que se manufactura en esa fábrica, mientras que los que trabajan en el área de mantenimiento realizan labores de reparación y cuidado de la maquinaria, el equipo y las instalaciones.
Existen otros trabajos en los que la planeación, la ejecución e incluso la evaluación dependen de la misma persona; como sucede con muchas profesiones prácticas, tales como la medicina, la arquitectura, la odontología, el derecho, entre otras; por ejemplo, es probable que un odontólogo tenga su consultorio y se dedique a la atención de sus pacientes todos los días en un horario determinado por él; y, aun cuando parezca una actividad para la cual sólo se necesitan procedimientos de rutina, como revisar al paciente, diagnosticarlo y establecer un tratamiento para su rehabilitación bucal, detrás de estas actividades existe un proceso de planeación que permite al odontólogo disponer del instrumental, los aparatos y las sustancias que requiere para atender a los pacientes; además, con cada paciente deberá planear su acción: cuándo, dónde, qué hará primero, con qué procedimientos y cuáles materiales necesitará.
La gran mayoría de actividades profesionales requiere de la planeación como un medio que permite tener una actuación eficaz, tanto si se trata de una organización, ya sea una empresa privada o una dependencia gubernamental, como si se refiere a la labor profesional de personas que ejercen su profesión de manera independiente.

No hay comentarios: